FUTBOL BASE

31 ene 2015

CONFLICTOS EN UN CLUB DE FÚTBOL

Hola amigos,
He visto un artículo que me ha gustado y quiero compartirlo con vosotros. Se trata de cómo llevar la cordialidad entre todos los miembros de un equipo de Fútbol.
Espero que os guste.


El conflicto es parte natural de la vida cotidiana, y un comportamiento normal en equipos y organizaciones, jugando un papel importante en ellos las emociones y los sentimientos. Posee tradicionalmente vínculos negativos y se percibe como violencia, odio e ira. Pero la resolución pacífica de conflictos puede significar un cambio de actitudes, dejando de percibir al rival como un enemigo, poniéndonos en su lugar, intentando comprender su punto de vista y buscando juntos una solución que satisfaga a ambas partes.
El liderazgo juega un papel vital en el manejo y resolución de conflictos entre los miembros de un equipo y de sus jugadores. El entrenador debe mantenerse informado e involucrado en los asuntos diarios del grupo a fin de comprender sus razones, para encontrar una solución. Debe saber identificar y tratar los conflictos de una manera dinámica, evitando conductas autoritarias donde los padres griten a sus hijos, recurriendo a la violencia física por una mala conducta o entrenadores autoritarios que traten mal a sus jugadores por alguna equivocación, donde se les increpe y humille.

Situaciones de conflicto.

Los conflictos tienen diversas y complejas causas, las principales son los intereses y las necesidades percibidas como desconformes entre entrenadores, padres y niños. Sin embargo, hay que considerar que también es causa de conflicto la forma cómo se maneja y se hace uso del poder, lo que puede generar diversas situaciones de violencia.
Unas, las relacionadas a comportamientos o actitudes de directivos. Al tomar cualquier tipo de decisión que pueda considerarse parcial, excluir de la escuela a niños problemáticos, no atender las quejas de los padres de manera inmediata y justa o permitir el ingreso o la permanencia en el equipo de futbolistas violentos.
Otras, las relacionadas a comportamientos o actitudes de los entrenadores. Donde estos tengan actitudes y comportamientos discriminatorios contra los deportistas y padres, puedan ejercer maltrato hacia los niños, tengan preferencias por jugadores de mayor rendimiento deportivo, no promuevan la participación de todos jugadores en el campo, muestren tolerancia e indiferencia ante la agresión entre miembros del equipo o no cumplan sus funciones y responsabilidades en la institución.
Y por último, las relacionadas a comportamientos o actitudes de los padres. Cuando interfieren en el trabajo del educador en el entrenamiento o partido y expresan de forma negativa y sin dialogo sus opiniones sobre las actitudes del entrenador o del club.

El rol de los integrantes del equipo.

El conflicto en un equipo de fútbol es un suceso natural de la convivencia diaria, por ser un espacio donde se interrelacionan personalidades, intereses, estilos y experiencias de vida muy diversas. El desafío está en que el conflicto se resuelva siempre y en todos los casos por sus integrantes (coordinadores y directivos, entrenadores y padres), conociendo y cumpliendo sus roles y considerando las motivaciones y necesidades de los deportistas.
Rol del entrenador
El entrenador es el elemento fundamental del proceso educativo, por su cercanía con deportistas y padres, el rol que cumple en la resolución de conflictos consiste en velar porque el fútbol se dirija de modo compatible con el respeto a la dignidad del niño respetando sus habilidades y diferencias. Acordando con los deportistas normas de convivencia en el terreno de juego que faciliten un ambiente agradable, tolerante y respetuoso, creando un clima favorable al buen entendimiento con entrenadores, directivos, compañeros y padres.
Rol de los padres
Los padres también cumplen un rol importante para afrontar satisfactoriamente situaciones de conflicto que se puedan presentar en el equipo. Conociendo y respetando las funciones y competencias de todos sus miembros, educando a sus hijos en la práctica de valores y respeto de las personas, aportando opiniones a la gestión deportiva del club en los lugares y momentos apropiados.
Rol de los futbolistas
El futbolista aprende no sólo en el campo sino básicamente en la vivencia cotidiana, siendo el centro y destinatario principal de la formación. Con el apoyo y orientación de los entrenadores va a cumplir un rol protagonista y de participación activa en la resolución de conflictos en el equipo. Practicando la tolerancia, la solidaridad, el diálogo y la convivencia con su compañeros, entrenadores. Contribuyendo a que el equipo se construya alrededor de diálogos, acuerdos, tolerancia y respeto, por el bienestar del grupo.

Negociación y diálogo.

Para que la negociación sea posible, las personas o los grupos que están en conflicto deben mostrar voluntad para dialogar y escuchar, creer que es viable negociar, estar convencidos que están en condiciones de hacerlo, que el momento es oportuno, querer construir una solución que satisfaga a ambas partes, sin necesidad de la presencia de un tercero.
Para enseñar a negociar, la entidad deportiva debe establecer tutorías, un momento privilegiado para que el educador, entrenador o tutor, junto con sus deportistas, desarrollen sesiones que permitan reflexionar sobre los conflictos, identificando las diferentes maneras de actuar y sus consecuencias, aprendiendo a ponerse en el lugar del otro, para comprender su punto de vista. La Hora de Tutoría debe permitir que los deportistas se conozcan y se entrenen para la negociación y el diálogo.

Normas y Disciplina.

El Reglamento de la institución deportiva debe contar con normas y disciplina, que orienten el comportamiento y las reacciones entre los miembros del equipo. Es importante que para la elaboración de estas normas tengamos en cuenta las características propias de cada institución, de cada equipo, su carácter formativo, la incorporación de valores, el desarrollo de las habilidades deportivas y su disciplina. Esta disciplina suele ser concebida, en muchas ocasiones, como un conjunto de normas que debemos cumplir a partir de acuerdos determinados por la dirección y que deben estar bajo su control y vigilancia para poder mantenerla.
Los entrenadores, debemos tener una intervención oportuna e inmediata ante la identificación de conductas antisociales, evitando que se conviertan en una práctica habitual, que perjudique el desarrollo personal del niño. Evitemos que las situaciones de indisciplina sean resueltas con suspensiones y expulsiones, perjudicando así el derecho al fútbol del practicante y aumentando la probabilidad de abandono deportivo y que este se involucre en conductas de riesgo, como la violencia infantil, el consumo de drogas o la delincuencia.

Evitar un conflicto es ganar la batalla.

Los niños se enfadan cuando sienten que alguien ha herido sus sentimientos o no pueden llevar a cabo lo que desean, cuando no los entendemos o sienten que les hemos mentido y cuando se sienten solos. Cuando los niños se enfadan, sus corazones comienzan a latir rápidamente, tienen mucha energía acumulada y necesitan liberarla. Es bueno entonces hacerles entender que deben expresar sus sentimientos con palabras, que no deben pelear o decir cosas que pueden ofender a terceras personas, ya que esto sólo empeoraría la situación.
Los niños imitan la actitud de los mayores, por eso es importante que los entrenadores y padres, desde edades tempranas, influyan en sus jugadores e hijos para erradicar de nuestra relación con ellos los gritos y la violencia, enseñándoles que han de aprender por sí mismos a solucionar sus conflictos. Debemos hacerles saber que se necesita más valor y más coraje para alejarse de una pelea que para enfrentarse a ella y llegar a las manos. Evitar un conflicto es ganar la batalla.
Considerando cada situación problemática como una ocasión para aprender a gestionar mejor el grupo y como un ejercicio práctico en el que los jugadores aprendan a construir un clima de convivencia respetuoso y favorable para el equipo, es necesario encontrar un cierto equilibrio entre respetar al otro e imponer nuestro deber de entrenadores o padres. Debemos evaluar que peso dar a cada elemento: el carácter y temperamento del niño, su edad o la importancia del asunto en cuestión, teniendo esto en cuenta, posiblemente, el conflicto se resuelva o no exista.

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